Se escora el país hacia una tendencia legislativa impulsada por ambos lados del espectro político sin que a nadie le preocupe. Homenajes a etarras, apologías de esto, de todo lo contrario…y la respuesta es casi siempre la misma. Legislación, prohibición. Hay en cambio otra máxima bastante impopular hoy en día: la expresión se combate con expresión.

El último de los numerosos -y periódicos- frentes ha ocurrido este fin de semana en el País Vasco. Vaya por delante mi rechazo físico y mental a la posibilidad de cualquier tipo de acto relacionado con el autor de decenas de asesinatos con bomba, incluidos niños. La condena no puede ser mayor, a los autores, a los que puedan impulsar cualquier tipo de homenaje, y por supuesto a los partidos del actual gobierno, que aceptan dar protagonismo a esta ideología a cambio de votos para mantenerse en el poder. Ahora que están de moda los términos “cordón sanitario” y “blanqueamiento”, ambos debieron aplicarse sin fisuras a la hora de rechazar los votos de Bildu para alcanzar gobierno alguno. Imperdonable. Demuestra una vez más que no es la izquierda la que se presenta detrás de los partidos del actual gobierno, sino una “autodenominada” izquierda, que lleva el traje de la coherencia más ajironado que el de un espantapájaros.

Dicho esto, el homenaje a un terrorista se combate de dos formas: prohibiéndolo, o con una doble expresión en contra. Porque el homenaje a un terrorista, es un ejercicio de expresión. Visto por donde se vea, es un ejercicio de expresión.

Tradicionalmente se ha atribuido a los sectores más conservadores la iniciativa prohibitiva, la creación y aplicación de legislaciones que impiden cosas, mientras que se adjudicaba a la “izquierda” una voluntad combativa a través de la palabra, que prefería sobreponerse a las ideas contrarias a través de la condena moral, y la expresión rotunda y redoblada de rechazo, en lugar de aplicar prohibiciones.

Pero curiosamente estas tendencias se han convertido en un totum revolutum en este país, que señala a todos y coloca a algunos en sorprendentes lugares…En el último homenaje a un etarra de este fin de semana, por ejemplo, hemos visto al partido más conservador, pedir la prohibición del homenaje, pero ser el único que tiene la iniciativa de combatir la expresión con expresión. Ni la autodenominada izquierda, ni la socialdemocracia pepera han considerado la posibilidad de “sobreponerse a las ideas contrarias a través de la condena moral y la expresión rotunda y redoblada”… Ninguno de ellos ha salido a la calle para rechazar la exaltación de un señor que, sin arrepentimiento manifiesto, ha sido el responsable de hacer volar por los aires a decenas de personas. ¿Dónde están las manos blancas que llenaron el país para manifestar de manera masiva el rechazo al terrorismo? ¿En qué bolsillos se meten ahora esas manos que sí ejercían entonces la máxima de combatir la expresión con doble expresión?

Al contrario, hoy en día, todos optan por la iniciativa legislativa. Y así, todos pretenden legislar sobre aquello que les contraría ideológicamente. Ejemplo de ello son los delitos de odio. De nuevo otro peliagudo asunto que atañe a la libertad de expresión. Legislar la palabra debe llevarnos a hacer un alto en el camino. Por muy reprobable que sea la palabra manifiesta. En cualquiera de los sentidos. Desde el rapero que canta incitando a pegarle un tiro en la nuca al jefe del estado y políticos conservadores, al exaltado homófobo, racista, xenófobo… Cualquiera puede encontrar por doquier expresiones vomitivas que merezcan su rechazo. Promover legislaciones que las prohiban es otro escalón que merece una reflexión antes de subirse como sociedad.

Dirán algunos que el contenido de las expresiones tiene gradaciones. Y ahí entramos en el ámbito de las apologías, otro frente que atañe a la libertad de expresión. Hay ideologías de origen claramente anterior a las actuales democracias que tienen su predicamento hoy en día y son responsables de numerosos asesinatos, desde el fascismo al comunismo, pasando por los terrorismos de origen identitario, etc, etc. A todas horas se menciona que Alemania tiene prohibida la apología del nazismo. Pero cualquiera de esas apologías, strictu senso, son ejercicios de libertad de expresión. Se pueden combatir con leyes, y se pueden combatir con el expresado rechazo de toda la sociedad. En eso radicaba “ser moderno”…

Ver a la izquierda (autodenominada) legislar para callar es una novedad, sin duda, que escora al país entero a la deriva de la prohibición.

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