Los impuestos son como una cesta de navidad, o la tomas al completo, o sólo te cabe la estigmatización al lado oscuro de la fuerza. Impuestos sí, impuestos no, una simplificación eterna y ramplona, practicada mayoritariamente por los partidarios del “sí”, esos tiranos de las lentejas que sólo saben ver en la crítica al sistema fiscal insolidaridad y egoísmo.

Siendo cierto que la palabra “tiranía” es un exceso del que se abusa muy a menudo, no es menos cierto que estos representantes parlamentarios tienen cada vez más asimilado que la elecciones, esa “delegación en las decisiones” depositada en las urnas cada cuatro años por los ciudadanos, es un cheque en blanco para hacer lo que quieran. Un cheque en blanco cada vez más amplio… cada vez más impunemente voluble…cada vez más impositivo… cada vez más contradictorio…cada vez más cínico… cada vez mas “tirano”.

La tiranía está tan asimilada por la sociedad (electos y electores) que resulta laborioso y llevadero plantear -siquiera plantear- la posibilidad de que los ciudadanos seleccionen sus impuestos de forma directa.

Resulta complicado por varios motivos. El principal es porque los partidarios del “sí” (en la diatriba impuestos sí, impuestos no) viven cómodos simplificando la decisión, sí o no, y catalogando de egoísta e insolidario a aquellos que responden “no”, o “sí, pero”, o “no, aunque…” Pero sobre todo, han creado un mundo de personas válidas e inválidas, un mundo excluyente intelectualmente, donde ellos son los buenos y los “democráticos”… y tienen serios problemas con asimilar los posibles resultados de una votación directa en materia de impuestos.

El jefe que domina la cesta de navidad tiene miedo a saber que si los empleados tuviesen otra opción además de elegir “cesta sí” o “cesta no”, quizás escogerían sólo el salchichón. Lleva muchos años recibiendo sonrisas y arrumacos agradecidos por el delicioso fuet sin saber -y sin importarle- dónde terminan los polvorones.

O dicho de una manera más clara, es cierto que una elección directa de los impuestos podría revelar que la sociedad descarta mayoritariamente reservar una partida económica para mejorar las condiciones de una minoría necesitada, para mantener y ampliar la red de comunicaciones, incluso para las pensiones… y quién sabe si hasta para la educación o sanidad. Pero el país derivado de esa elección no podría ser más democrático, sería un claro reflejo de su gente, de su población. A lo mejor no tendría trenes de alta velocidad ni infraestructuras decentes, a lo mejor sus ciudadanos votaban sólo pagar impuestos para la sanidad, educación y pensiones y se iban al garete muchas partidas…

Pudieran ocurrir injusticias y desajustes. Seguramente ocurrirían. Pero se dejarían atrás nocivas realidades de culpas, impotencias, rechazo al prójimo y al sistema. Ya no cabrían las iras de preguntarse “¿¡dónde van mis impuestos!?”, ni las culpas a los parlamentarios de éste o el otro partido que han “impuesto” (valga la redundancia) tal o cual medida que nos arruina económicamente por la subida fiscal o nos deja sin servicios públicos por su (neo)liberalismo..… Todas las conversaciones que hoy en día se mantienen sobre los impuestos están viciadas por la naturaleza del sistema representativo.

¿Pero no vamos a estar votándolo todo?, arguye siempre la resistencia a cualquier planteamiento o fórmula de democracia directa. Una reflexión no exenta de razón pero facilísima de resolver en el caso de los impuestos. Los ciudadanos ya eligen anualmente en la declaración de la renta lo que hacer con la parte de su dinero excedente de este vasallaje medieval público. Poner una lista con varias casillas a seleccionar (sanidad, educación, pensiones, comunicaciones, Ejército, religión, dependencia, subsidios….) no sólo no obligaría a ningún ciudadano a gastar ni un día más de su agenda en una decisión colectiva, sino que la cesta de navidad sería anualmente electa por sus consumidores, en lugar de cada cuatro años, multiplicando así la legitimidad democrática del destino del dinero público.

Mientras tanto, mientras los partidarios del “sí” y del “no” a los impuestos sigan entretenidos en engrosar las filas de la resistencia a la democracia directa… feliz navidad, tengan cuidado con los polvorones, no se vayan a atragantar.

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