Empezar desde parvulitos es una expresión de tamaña soberbia que escuché a una persona capaz de cometer casi todos los errores considerados en este diccionario. Lo hacía por supuesto en referencia a terceros, de actitudes y opiniones dispares a la suya, y para quienes reclamaba una profunda revisión -desde parvulitos- del encaje mental que les llevaba a mantener sus posiciones.
Este breve diccionario tiene un contexto muy marcado. Acabamos de cumplir dos décadas del S.XXI en un escenario político condicionado por dos fuertes tendencias: La primera el deseo de desvinculación del siglo anterior, de invalidación de todas las ideologías consideradas antiguas. Y la segunda, la simplificación del argumentario y la entrada con fuerza del ámbito emocional, en ocasiones como una ideología per se, y casi siempre como batuta de una orquesta política de opereta italiana.
Sin embargo, las herramientas empleadas para esas dos tendencias no podrían ser más opuestas a ellas. Palabras. Palabras del siglo pasado, de alto contenido racional y argumentativo, empleadas en esta cavalleria rusticana de emociones que pretende desacreditar al contrario.
Sería patético afirmar que este siglo camina por la peligrosa senda del único intento de imponerse sobre el otro, o de ganar la batalla moral, como si los demás no lo hubieran sido.
Pero lo hace utilizando palabras -generalmente adjetivos- que significan muchas cosas, pero que se emplean con el único propósito de excluir o de imponerse.
Así, no es extraño por ejemplo ver a un partido afirmar ser el único democrático-constitucional-laico capaz de frenar el auge del fascismo en unas elecciones. O partidos que se autodenominan constitucionales-constitucionalistas, como si los demás no quisieran regirse por normas, aunque no las vigentes… Comunista, capitalista, liberal, progresista…
Todas ellas palabras del S.XX. de profundos contenidos y significados. El presente diccionario no pretende recogerlos todos. Al contrario, pretende proponer lo que en matemática se denomina un “común denominador”, un término que también tiene su origen y que es el único que permite la relación de las fracciones…
Las palabras propuestas en este breve diccionario tienen una trayectoria histórica y casi todas un amplio espectro de atribuciones, bien fruto de esa historia, bien consecuencia de sesudos debates ideológicos, o de ambas. Su exposición detallada sería objeto de otro diccionario -quizás no tanto de parvulitos, y más de primaria- que requeriría profundizar en los siglos XIX y XX, y que probablemente atrajese poco a este consumo rápido, fast food, de la política.
Pero este masticar de conceptos del S.XX, que pretende crear una nueva era con un vocabulario viejo, dado la vuelta como un calcetín, bien colado de argumentos y muy aderezado de emociones, camina a enfrentamientos apasionados… de cuyo nombre -este en caso concreto- no quiero acordarme.